Aeonium holochrysum

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jueves, 22 de septiembre de 2011

Los terremotos del año 1793 en El Hierro (I).

Por Venancio Acosta Padrón

Por estas fechas, la Isla de el Hierro, esta registrando una serie de seísmos, hasta el momento de escasa intensidad. Dado que el último volcán que se registro en la Isla data del año 1793, resulta curioso recordar las condiciones de la Isa en aquellos años. Del hecho se ocupo el que fuera cronista oficial de la Isla Dacio Darias y Padrón y asimismo existe un expediente que promovió la Audiencia de Canarias.


Los terremotos sacudieron con cierta violencia la isla entre el día 27 de marzo y el 15 de junio de 1793, la vida en El Hierro como era habitual con cierta monotonía y fue el día 27 de marzo que coincidió con un Miercoles Santo cuando se notaron en la Isla intensos temblores, se registraron con mayor intensidad en la zona de El Golfo, era en aquellos momentos alcalde de la Isla D. Rafael Padrón Espinosa.


La población de la Isla era de alrededor de cuatro mil habitantes, eran muy religiosos y había una sóla parroquia en la capital de la Isla, aunque en los días de precepto habían servicios religiosos en diferentes ermitas distribuidas por toda la Isla. Los herreños exportaban a Tenerife ganado vivo y aguardiente en barcos que realizaban el trayecto algunas pocas veces al año.
Merced a las respectivas cartas enviadas por el Alcalde Rafael Padrón al regente de la Audiencia y las del Gobernador de Armas al Comandante General Antonio Gutiérrez explicaron lo que sucedio en la Isla: ”Al principio la mayor intensidad era denotada en la comarca de El Golfo, siendo muy ligeros en Valverde. Según pasaban los días fueron extendiéndose al conjunto de la Isla, produciéndose lógicamente una creciente alarma y zozobra entre los vecinos, pues hubo días en que se repitieron hasta ocho y diez veces, con mayor o menor intensidad. Alcanzaron gran violencia el 8 de mayo: después de dos o tres seísmos suaves, a las once de la noche se produjo otro, acompañado de ruidos, que asombró por su fuerza y duración, lo que obligó a los herreños a abandonar sus camas y casas y pasar la noche al raso, para sufrir otro de parecida violencia ya de madrugada. El 9 día de la Ascensión, se repitieron cuatro veces y todos esperaban de un momento a otro la erupción de un volcán de grandes proporciones.
En la jornada siguiente amainaron y pareció que se restablecía la calma, pero el terremoto volvió a arreciar la víspera de Corpus, para descender su intensidad hasta el domingo, 9 de junio en que sufrieron una nueva serie en aumento, llegando a su máximo el sábado, día 15, tanto en lo que a violencia se refiere como a duración de los seísmos. El epicentro pareció desplazarse de nuevo al Golfo, donde se produjeron desplomes en grandes proporciones de los riscos de su hermoso anfiteatro. También fueron afectadas algunas viviendas de verano como la del escribano José espinosa, la de don Pio José de Ayala y una casita terrera, asó como los muros de una casa de la capellanía en Valverde. Finalmente, algunos más suaves y distanciados, lo que permitió, pasado el terror, que la vida volviese a la normalidad.”

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