“El alcalde Rafael Padrón muestra su asombro y pavor y teme lo peor, un volcán de grandes proporciones. Cosme de Buros, gobernador de las armas, se lo tomo con una cierta filosofía optimista y hasta esperanzadora, restando importancia al fenómeno. En lo único que coinciden es en la enorme impresión que experimentaron ante el fervor religioso desencadenado entre el pueblo, aunque con ciertos matices. El alcalde observa esta explosión religiosa como una especie de ensayo general del Juicio final para herreños. A Cosme de Buros le impresiona que sus enemigos personales traten de hacerse perdonar sus ofensas y oposiciones.
Para el gobernador de armas, en su afán de atenuar los efectos, al comentar sobre las casas arruinadas, expresa que la del Escribano Espinosa “aunque la mora, estaba pronosticada su ruina sin este incidente, por ser de mala fabrica; la casa terrera no tenía solidez; y la de Don Pio esta de la Villa son viejas y desunido el mojinete, y perdido el plomo de esta última”. El texto refleja que trata de quitar importancia a los sucesos para no alterar la tranquilidad de su jefe.
Ciento ocho días de sacudidas sísmicas con sólo dos comunicaciones con el exterior en dicho tiempo, era como para terminar con la tranquilidad de los templados herreños. Con ser ello grave, no era lo peor. Lo peor, cuando arreciaban los temblores, consistía en la certeza de que explotara un volcán que forzosamente tendría características catastróficas en función de dos sencillas explicaciones. La escasa superficie de la isla y que sobreviniera precisamente en la comarca más rica de la misma, pues ambas autoridades, y suponemos que la población, estaban de acuerdo en que el punto sería exactamente en el pico de la cumbre situad por encima del pago de Sabinosa.
La razón para el alcalde no se reducía solamente a que en dicho paraje ls sacudidas fueran de mayor intensidad, sino en la existencia en este lugar de un pozo del que brotaba agua tibia y la existencia junto al mismo de una cueva con azufre, materia que en el año anterior encontró un pastor en la cumbre como un almud. El comandante de armas, con una presunción insólita asevera que el punto donde rompería el volcán lo había vaticinado dos años antes; cuando, recién llegado a su destino, visitó el paraje. Las razones para ello son coincidentes para el alcalde: el pozo con agua tibia y sulfurosa y el hecho de hallarse en sus inmediaciones y en línea recta hacia la Dehesa “trocitos de azufre y de flor, prueba de la evaporación detenida de esta especie”. En otras palabras, señala la existencia de una línea de fisura”. …